jueves, 14 de julio de 2016

Gloria Fuertes

Cerca de casa hay una escuela infantil que lleva el nombre de Gloria Fuertes, la gran poetisa madrileña tan (creo yo) infravalorada. Y no puedo evitar sonreir cada vez que veo su nombre en el cartel de entrada. Desde siempre he tenido gran afecto por esta mujer y su poesía. Y eso que la poesía no es lo mío. Pero era difícil no disfrutar de sus rimas, y de su simpatía siempre desbordante cuando salía en televisión. Y más si eras un niño, porque yo la conocí como tantos por sus trabajos dedicados a la infancia, y más concretamente a través de su entrañable El Camello Cojito. Pero ella también escribió otras cosas, casi siempre con su toque surrealista e irónico. Entre ellas esta obra dedicada a esta ciudad, en la que no se sabe si la ensalza, la critica o, como siempre, es que simplemente se ríe de todo. Qué grande.

TOLEDO

Con la bufanda del río
Toledo se abriga del frío.
Con la campana mayor,
se quedó sordo un señor.
Con la tajada del tajo
un perro se vino abajo
y los árabes con destreza
convirtieron el agua en belleza.
Fijaos bien en lo que os digo:
quinientos curas y ochocientos mendigos
forman este pueblo que corte ha sido.
—Comprensión y pesetas a Usía pido,
que yo soy de los guías en mejor “guío”.
Comprensión y pesetas le pido a Usía,
yo soy de los turistas el mejor guía.
—¡Vean la Sinagoga y el Alcázar Real,
disfruten con el entierro del Conde Orgaz!
(En Zocodover hay un autocar,
y en el Tajo una viuda se ha echado a navegar).
La ciudad está vieja
y no va más,
aún llegan al encanto de su agonizar,
vamos turistas, vamos allá,
¡antes de que caigan la noche y la Catedral!

Publicado el 21/05/2015