martes, 12 de julio de 2016

Pisando muertos

En este pueblo, por pisar, pisamos hasta a los muertos. Y no, no es ninguna exageración. Aunque supongo que será algo extensible a muchas otras ciudades.
Me explico. Desde que esta ciudad fue fundada, los enterramientos de los fallecidos (obviamente) se hacían a las afueras de la ciudad pero cercanos a la misma. Los romanos creían que una forma de perpetuar su recuerdo era enterrando a sus muertos cerca, de forma que al ver sus tumbas se acordarían de ellos y siempre estarían en su memoria. Pero los muertos allí y los vivos aquí. Es por ello que en los caminos de entrada a las ciudades se podían ver gran número de sepulturas. De manera similar los musulmanes y judíos también enterraban extramuros.
Cuando el cristianismo empieza a imponerse en España la cosa cambia. Los feligreses quieren ser enterrados intramuros en sus correspondientes parroquias, o cerca del santo/a, Cristo o Virgen de su predilección. Y ciudades como Toledo que tienen un gran número de iglesias comienzan a ver como el terreno alrededor de ellas se van llenando de tumbas. Y con el tiempo, personas de renombre o benefactores de sus parroquias serán enterrados dentro de ellas. Así nos encontramos con que el número de toledanos bajo tierra terminará siendo superior a los que todavía andan sobre ella.
Pero hay un gran problema. En ciudades como esta, rodeadas de una muralla, el espacio es limitado y hay muchas parroquias. Pese a todo, cuando se necesitaba más amplitud y alguna iglesia había caído en desuso o había sufrido algún incendio o cuestión similar se demolía junto con su cementerio, se echaba una capita de arena encima, se construía de nuevo y ahí debajo quedaban los muertos. Y así espacio a espacio, y capa a capa.
Por lo tanto cuando se camina por las calles de Toledo es fácil hacerlo sin darnos cuenta sobre uno de los muchos camposantos que existieron en la ciudad. Al final vivos y muertos todos juntitos.

Sin embargo, en los últimos años, nos estamos percatando del enorme cementerio que supone Toledo. Y no hablo solo de intramuros. Toda la zona norte de la ciudad está plagada de enterramientos de las diferentes religiones que habitaron aquí. De hecho, cada vez que tratan de edificar aparecen restos humanos, con lo cual se deben paralizar las obras hasta que se procede a retirarlos. 
El último episodio lo encontramos al construir el edificio Quixote Crea, último mamotreto paralizado por falta de fondos y que previamente se llevó por delante cientos de tumbas sin que a las autoridades políticas competentes les importase una mierd... En fín, al lado de este han aparecido más restos. Lo que demuestra la inmensa necrópolis que había en la zona. En la foto se pueden apreciar las tumbas y la labor que los arqueólogos han realizado.

Por lo tanto, en torno a un kilómetro y medio alrededor de toda la muralla norte de Toledo nos encontramos con un inmenso osario, del cual todavía nos queda mucho por descubrir. Así que, por favor, cuando pasen por la zona traten de no molestar mucho a los vecinos de abajo. No son quisquillosos pero nunca se sabe.

Publicado el 19/03/2015