martes, 21 de junio de 2016

A las puertas de la ciudad

—¿Quién eres que ante mi te plantas y qué buscas?
—Hijo tuyo soy y solo deseo que me permitas pasar.

—¿Debería hacerlo? ¿o no?
—A lo largo de los siglos a otros has permitido y unos pocos en ti forjaron leyendas que más grande te hicieron, y tu Nombre por ello han voceado.

—Es verdad que por mis puertas entraron mil gentes y que algunas quedaron, más olvidaronme otros y sin pena me relegaron.
—Tú eres grande, fuiste centro del orbe, en tí hubo pueblos que su huella dejaron.

—Bueno sí, es posible, fue en otro tiempo. Pero no nos desviemos, dices que eres hijo mío y sin embargo no te recuerdo. ¿Eres caballero? ¿cuál es tu apellido?
—¿Es eso importante? En la parroquia de San Justo fui bautizado, luego toledano soy.

—Bien dices. Y si es así ¿por qué me pides permiso?¿Acaso lo necesitas?
—De bien nacido es pedir permiso al entrar en la casa de mis ancestros y no enturbiar la paz del que allí mora.

—Respeto me muestras, Toledano de bien has de ser. Pasa y ve en paz hijo de Toledo.

Publicado el 23/04/2013