lunes, 20 de junio de 2016

Tajo con niebla

El Tajo al amanecer cuando abandona Toledo
En uno de esos días tan propios del invierno en el que esta ciudad se levanta bajo un espeso manto de niebla. En el que la luz natural casi brilla por su ausencia y todos cuantos están por esta ciudad parecen poco más que espectros que deambulan por sus calles sin aparente rumbo, apareciendo y desapareciendo ante mis ojos. En unos de esos días me vienen a la mente recuerdos de siglos pasados. Recuerdos de Garcilaso y Becquer, de soñadores decadentes, que creen ver en su duermevela a ese amor por el que atravesarían mil mares o a pesadillas de otros mundos que vienen a atormentar sus ya de por sí torturadas almas. En esos días así no se muestra el Tajo ante sus vecinos, más se le escucha que se le ve, pero pasa por mi lado tal cual espíritu burlón como ya lo hiciera antes por el de Sisebuto, Tariq o Samuel Leví.
Pues en un día así me puse a caminar junto al Tajo, y las estampas que pude llegar a percibir fueron casi una ensoñación, visiones de otros tiempos, fantasmales apariciones.

Publicado el 23/03/2013