miércoles, 22 de junio de 2016

Brujerias toledanas


Hallábame a escasas millas de Toledo. La tarde languidecía y apresuré mis pasos pues no quería que la noche me encontrase todavía en el camino. Tras sortear una pequeña elevación del terreno la silueta de la ciudad apareció ante mis ojos perfilándose tenuemente sobre la oscuridad que ya la rodeaba.

Conocidos me habían hablado de esta maravillosa ciudad, de la sabiduría que desprendía por sus poros gracias a ilustres y notables que a ella habían venido en busca de conocimiento y que en ella habían desarrollado cuanto traían de otros lugares. También sabía de todo esa ciencia oculta, esotérica, de extrañas procedencias, así como del Siniestro y de sus oscuras intenciones. Pero todo ésto quedaba lejos de mí, no quería ni por asomo tener el mas mínimo contacto con ello. Tenía afan de saber, sí, pero solo de todo lo que a mi buen juicio fuese para bien.
Enfilé el largo paseo que me llevaba hasta la puerta de Bisagra. Qué gran entrada para tan magnífica ciudad. Me sorprendió el gran número de personas congregadas en sus alrededores. Y en ese momento todo pasó.

De pronto una música surgió no sé de dónde, buscaba su origen y no lo encontraba. A mi derecha el llamado Hospital de Afuera comenzó a iluminarse como si cobrara vida. Las imágenes se sucedían ante mis ojos reflejadas sobre la inmensa fachada. Qué encantamiento era este. Los allí presentes parecían embebidos por lo que veían y oían. Haciendo un gran esfuerzo hui de allí en busca del amparo de la plaza pero esas alucinaciones me perseguían. En la Puerta de Bisagra me topé de nuevo con ellas y los que frente a ella se encontraban no parecían ser ellos mismos. Como pude me introduje en la ciudad pero allá donde fuese los edificios cobraban extrañas formas, cambiaban de color, sugerían diseños casi fantasmales. Dónde me había metido. Qué ciudad de nigromancia era esta. Continué a duras penas, apoyándome en los muros de las diversas fachadas que encontraba a mi paso, agarrándome a todo cuanto podía con tal de no caer al suelo mareado ante tanto sortilegio. Así llegué hasta una apartada calle donde lo único que podía escuchar eran los latidos de mi corazón. Aspiré profundamente varias veces y conseguí poco a poco serenarme. Un sopor fruto del cansancio comenzó a apoderarse de mí hasta que caí allí mismo entrando en un profundo sueño.

Desperté horas mas tarde. El sol comenzaba a despuntar. Un fuerte dolor taladraba mi cabeza. Lo primero que acerté a ver fue a un operario del ayuntamiento limpiando las calles. Traté de centrarme un poco pero a mi mente solo venían imágenes difusas que ni yo mismo sabía discernir, de figuras y sonidos de otro tiempo.
Poco a poco la claridad se hizo hueco en mí y una sonrisa se dibujó en mi cara al empezar a recordar. Maldito Alfonso y sus brebajes. Será la última vez que salga con él de marcha. Y la sonrisa se acentuó en mi cara.

Toledo Lux El Greco, espectáculo de luz y sonido realizado en los veranos de 2009 a 2012.

Publicado el 13/05/2013